viernes, 28 de septiembre de 2012


Ella vivía pero en realidad estaba muriendo. Sonreía pero estaba encerrada, tanto que cuando la abrazabas a veces notabas el frío de los barrotes que la retenían clavándosete dentro.
Ella fue una valiente guerrera, fue una diosa del rock, la reina. Lo fue todo. Pero con la edad sus huesos se fueron echando a perder, y poco a poco ella se fue sumiendo en el día a día y en la monotonía. Se fue encerrando en sí misma y consumiéndose. No obstante, si la mirabas a los ojos aun quedaba ese brillo, ese fuego salvaje. Esa vieja rockera que nunca, ni en la más fría de las prisiones, podría consumirse.



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