jueves, 9 de mayo de 2013

¿Nieve?

Debí decirle que lo amaba. Debí habérselo dicho y ahora no puedo.

¿Cómo ibas a saberlo? -preguntó Marlem mientras caminaba hacia ella.

No podía. Pero eso no es excusa, debí decirle cuanto lo amaba cada vez que me dejaba, cuanto significaba para mi. Que todo el vacío de mi vida se lo llevaban sus labios cuando estaban sobre los míos, que él era todo lo que cantaba y nunca entendía, poesía complicada que nunca pude descifrar. Una parte de mi piensa que no habría hecho diferencia porque el ya lo sabia pero nunca lo escuchó de mi. Sé que ahora es tarde para preocuparse por eso, los muertos están muertos y no van a regresar, pero la peor parte de seguir viva Marlem son los recuerdos. La manera en la que mi mente viaja a través del tiempo  para estar con él y la envidio, la envidio tanto porque yo no puedo hacer lo mismo.

Mis sueños son sobre sus ojos, sus labios y esos hoyuelos de chico en sus mejillas que lo hacían adorable. Lo amaba tanto y sin él decir las palabras simplemente no tiene sentido.

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