Querido Nate:
La primera vez que lo vi estaba lloviendo y el aire se sentía tan bien dentro de esa cafetería, yo hacia un crucigrama, él estaba con sus amigos y luego de pronto, solo... estaba sentado frente a mi. Hablamos y dijo que nunca había conocido a una chica que tomara más té que él cuando leía un libro pensé que era el comentario más gracioso que jamás había escuchado lo cuál no era cierto porque había escuchado mejores. Empezamos a hablar del tiempo y lo bien que se veían los arboles empapados, le dije que mi estación favorita era el invierno y él dijo: «La mía también. Me parece una estación perfecta para quedarse en casa, leer un buen libro y tomar té». Yo no podría haberlo dicho mejor, hablamos hasta que una empleada muy amablemente nos informó que iban a cerrar. Estaba dispuesta a despedirme pero él se ofreció a llevarme a casa. Tú sabes cuanto odio los tacones, nunca entendí porque te gustaba tanto que los usara. Iba caminando descalza y él se quitó su abrigo y lo puso en mis hombros, pude haberlo amado incluso entonces.
Él es tan encantador, tan educado que a veces pienso que solo se ríe de mis bromas para no hacerme sentir mal y eso me parece gracioso porque tú nunca lo hiciste. Ni una vez. Él tiene unos ojos tan bonitos que en ocasiones pienso que podría construirme una casa y vivir allí para siempre. Él tiene una extraña y tan curiosa manera de mojar sus labios cuando habla, esos son los momentos que más me gustan. Un día me di cuenta de que me estaba empezando a sentir como me sentía cuando estaba contigo y me forcé a mi misma a reprimir ese sentimiento. Pero cada vez que lo veía aparecía y se sentía igual como a se sentía antes pero... ésta vez yo era feliz. Entendí el por qué del cual ella era tan hermosa porque ahora él me parece lo mejor del mundo. Y me extraña el sonido de mi risa cuando estoy con él, cuando caminamos por la calle siempre toma mi mano y no tiene idea de lo lindo que me parece. pero yo si. Un día cuando íbamos por el parque me besó, con la única persona con la que había soñado besarme era contigo pero sus labios eran tan suaves y él tenía un aliento a ajo y cebollas, yo solo reí porque nunca le había contado esa parte de mi. Ahí estábamos los dos, besándonos bajo las miradas de asco de los niños y la de adultos maravillados, pensé que no podía amarlo más de lo que lo hice en ese momento.
Así que, lo amé más de lo que me permití a mi misma. Lo amo más de lo que nunca me permití contigo.
Tuya, Leah.
0 comentarios:
Publicar un comentario